La Biblia bajo la perspectiva de Efesios 4:11 Por Orhac, Derechos Espirituales del Creyente, orhac1@gmail.com escrita por el hermano Fernando Martínez Constante, concediendo los permisos necesarios y suficientes para que puedan hacer uso, publicarla y distribuirla a discreción. Para muchos quizá esta lectura represente una más entre las muchas que circulan a lo ancho de la red, sin embargo, habrá quien discierna la necesidad de empezar a valorar de verdad lo que se desprende de los conceptos de Dios y darnos cuenta que el problema que se vive hacia dentro de la Iglesia impide la plenitud de Cristo en la vida del Cuerpo, por ende apelamos a cada uno de los Ministerios hacer los ajustes necesarios para volver a los principios que nos conduzcan a una vida en el reino de Dios, esto también implica la responsabilidad de reenviar esta lectura a todos los Ministerios que tengan en su banco de datos; publicarla en los espacios que crean necesarios para que sea del dominio público y se den por enterados todos los Ministerios de esta demanda en el nombre de Cristo. La comprensión del Evangelio de Jesucristo no se puede percibir totalmente bajo el escudriñamiento de Mateo, Marcos, Lucas y Juan; aún cuando los que lo han hecho han dejado una huella muy profunda en el aspecto religioso, y a los cuales se les conoce como “Evangélicos”. También se desprende de la religión, otro grupo que se inclina por las cartas de Pablo, que al instante se puede discernir una incongruencia muy palpable al verse el extracto de pasajes en cuanto a promesas y bendiciones, aparte de ver interpretaciones muy particulares que no encajan con el sentido de las revelaciones que Jesucristo le dio al apóstol Pablo. Mucho menos armonizan los conceptos del Catolicismo con el fundamento bíblico, que lograron imponer dogmas a la medida de las circunstancias. Debido a esto llega un momento en la Historia que da nacimiento al protestantismo, por hombres que vislumbraron parte de la revelación de Dios, y por otra parte por el abuso de la iglesia católica que hacía contra los feligreses. Estos hombres que se convirtieron en ilustres padres del protestantismo huyeron de las prácticas, tradiciones y herejías, pero la revelación que tenían no fue suficiente para desembarazarse totalmente del catolicismo, así que las versiones de culto que concibieron solo anhelaban que no se parecieran a la fuente de donde habían salido. Los patriarcas no lograron ni procuraron ahondar en los propósitos de Dios, pero cada quien arrancó de las Escrituras aquellos fundamentos que los alejaban del catolicismo con las particularidades que dieron forma y fondo a las distintas denominaciones tradicionales que conocemos. De allí dio nacimiento el pentecostalismo, y otro tipo de avivamientos, pero sin lograr tocar la revelación de Dios y su estructura. Todo esto dio lugar a todo tipo de concepciones religiosas y visiones, tales como los “Testigos de Jehová”, “Los Santos de los últimos días”, y los “Sabatistas” que se alimentan y sobreviven en base a los yerros de los conceptos del protestantismo. Este río revuelto arrojó también toda clase de desvíos, pues con la anuencia de los permisos gubernamentales en materia de religión, penetraron legalmente el satanismo, la brujería y otros tipos de herejía más sofisticados al campo religioso que libremente compiten con el Evangelio para ganar adeptos. Otros más dentro del mismo orden, han “descubierto” códigos que han desentrañado ciertos textos aparentemente difíciles de entender dando lugar también a que se enrede más la madeja de la religión, tal como el surgimiento de “apóstoles”, y religiones que reclaman ser la palabra viviente y verdadera como “La Iglesia de Cristo” entre otras; así como también Ministerios que particularizan la Palabra pero aislándose de los demás, dando a entender con esto que los demás están equivocados. Comprendemos que cada quien tiene que llevar agua a su molino, pugnando por que su propia iglesia prospere, se multiplique y tome renombre por sobre las demás, así que es raro ver que algún Ministerio gima por la Iglesia de Jesucristo en su universalidad como Cuerpo. Una característica de los Ministerios Particulares, ya sea individual, como Iglesia o Movimiento, es la secretidad de sus Confesiones Religiosas, pues no están dispuestos a dejarlas al escrutinio de toda la Iglesia, ni a ser cuestionadas por terceros y esto les da carácter dogmático en el cual se escudan, aparte de rodearse de una sombra de misterio, escolta, escondidos, impenetrables y sin acceso a contacto por los Creyentes u otros Ministerios. Es por estas razones y muchas más que Orhac, Derechos Espirituales del Creyente ha determinado hacer un recuento desde Génesis, el primer libro de la Biblia. No solo por el desprestigio que ha sufrido el Evangelio, la Palabra de Dios, Su Hijo Jesucristo; la Iglesia en general, pero principalmente el gran engaño y desilusión que han padecido los Creyentes, los que han depositado sinceramente su fe en Jesucristo, los que forman el Cuerpo de Cristo. GÉNESIS Este es el principio de todas las cosas y contiene los propósitos de Dios, su diseño y cómo ha decidido que se logren; no simplemente narra la cúspide y corona de su creación que es el Hombre. Siendo la raíz de todas las cosas creadas, su causa y efecto, la más mínima concepción humana fuera del diseño de Dios terminará en una aberración en detrimento del plan de Dios, del Hombre y los destinos del Mundo. Comenzaremos diciendo que la concepción que la religión tiene de las consecuencias del pecado del Hombre, ha llegado a ser la principal causa del formato del evangelio moderno, consistiendo en la centralidad humanista de que el Hombre tiene que restaurar su comunión con Dios su creador, convirtiendo el Evangelio en esa finalidad sin medir la causa de Dios. El Evangelio que se predica se ha convertido en una asombrosa simpleza, dejando atrás los principios fundamentales que pueden llevar al hombre a un conocimiento de Dios, de su Hijo Jesucristo y una llenura del Espíritu, a una verdadera conversión; esto les permite sumarse a los millares de cultos habidos y por haber con la intención simple de crecimiento numérico, pero muy alejados de una infraestructura que les lleve a la semejanza de Cristo y que logren el testimonio como familia ante el Mundo. Este error trasciende por la ligereza del conocimiento bíblico, o la lectura rápida de las Escrituras; dado que no existe en el mundo religioso, ni los ministerios, ni la creación de herramientas interesadas en la pureza de La Palabra, menos en combatir la falsa doctrina y los falsos ministerios. Se ha concretado a llenar libros de abundante apologética con argumentos para “combatir” las tres sectas arriba mencionadas; tiempo, esfuerzo, capital, recursos que si los hubieran empleado en instruir y fundamentar a los Creyentes, no habría necesidad de mandarlos a dar golpes al aire. De un modo distrayente, hay ministerios que se han especializado en el estudio profundo en qué dicen y qué hacen las sectas, pero apartando la vista de los desvaríos en el interior de La Iglesia y sus Ministros. Quizá haya algún indignado que critique a diversos ministros y ministerios, pero no salen de pláticas de café. Afirman categóricamente que cuando el Hombre pecó, perdió su comunión con Dios, así que los ministerios en su ingenuidad, predican el Evangelio con el propósito de restaurar dicha comunión. Ese es un propósito humanista, que centra la atención en las necesidades del Hombre pero no en las verdades de Dios; en ese intento se han creado toda clase de “muletas” para apoyar los derechos del hombre bajo pecado; pero la realidad, colocan al hombre en una posición de “Creyente” sin los recursos para un crecimiento pleno en Dios. ¿Qué se perdió realmente con la caída del Hombre? Las Escrituras nos indican que el Hombre forma parte directa del plan de Dios, pero NO ES EL PLAN DE DIOS. El plan de Dios se vislumbra desde el Génesis: 1:28 “”Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra”. Esto significaría el señorío del Hombre sobre la creación, pero bajo los principios y la dirección de Dios; es decir, el establecimiento del reino de Dios sobre la tierra. Dios comparte su autoridad con el Hombre y la mujer, no tienen, necesidad de arrebatarla. Entrelazaremos este pensamiento con la creación del Hombre, Adán. Primero se lee la determinación de Dios de hacer al Hombre (Génesis 1:26), luego la acción de su formación, esto desecha el pensamiento espurio acerca de dos creaciones: “Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente”. Génesis 2:7 La creación del Hombre implica dos naturalezas, un ser humano, terrenal, pero también celestial; estas dos características obligan a la formación de un lugar especial donde el Hombre pueda crecer y desarrollarse en estos dos niveles, el terrenal y el celestial, intrínsecamente Dios ha puesto en su creación la necesidad tanto humana como también la espiritual; el pecado no las extingue, así que el hombre para alcanzar su plenitud tiene que desenvolverse en estos dos satisfactores, no bajo la cobertura de un Culto, de ministerios creados o movimientos denominacionales, sino bajo los principios del reino de Dios. Esto hace la necesidad de plantar un huerto en Edén, “y Jehová Dios puso allí al hombre que había formado”. Es común ver que se define el Edén y el Huerto como una misma cosa, así como confundir la decisión de Dios de hacer al Hombre, con la acción de su formación; la interpretación centralista de lo que el Hombre “perdió” al caer en pecado; así como también la interpretación ligera de Génesis 1:28. Estos “pequeños errores” que se han desprendido del Génesis ha llevado a la inmensa mayoría ministerial a vivir un Evangelio fuera del Espíritu de Dios, llenando al Mundo de desesperanza. Esta es pues el origen tergiversado, de donde se nutre el Evangelio moderno. Si Dios no hubiera plantado un Huerto especial en Edén, el Hombre hubiera crecido únicamente en el plano terrenal del Edén, el Mundo creado; tampoco podría caber en el cielo debido a su naturaleza terrenal, así que el Huerto contendría las dos atmósferas idóneas para el desarrollo del Hombre, la terrenal y la celestial. Génesis 2:8-10. Esto lo vemos en el crecimiento de Jesús que bajo la cobertura de José y María convirtieron su hogar en un Huerto. Lucas 2:52; pero la Iglesia quiere quitar todo lo terrenal del hombre y convertirlo en un súper espiritual aún cuando sabemos que Cristo se despojó de su posición espiritual para tomar cuerpo humano y padecer como tal. El crecimiento del Creyente no puede desligarse de su desarrollo humano y espiritual. “Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres”. El Huerto se caracterizaba por sus cinco variantes que son las que identifican la genuinidad del santuario de Dios: Su Presencia, Su Gloria, Su Santidad, Su Justicia, y Su Amor; formando estas la plantilla que nos ayudará a no caer en versiones humanas y religiosas. Al caer el Hombre, el pecado da muerte a su naturaleza celestial, así que Adán ya no tiene cabida en el Huerto, menos en el cielo; tiene que ser echado al Edén de donde fue tomado, sin embargo, conserva los vestigios de su naturaleza celestial en una versión humana que se traduce en religión; esto lo observamos en el acto de levantar altar para adorar. El propósito de Dios de establecer su reino sobre la tierra se entorpece con la caída del Hombre; lo que se perdió fueron los planes de Dios, y para volverlos a ejecutar se necesita la restauración del hombre caído, sin embargo, éstos no se archivaron por mucho tiempo, si Adán y su mujer no pudieron ser el medio para establecer el reino de Dios, Dios tiene que buscar otros que lo hagan. Al entrar en contacto con NOÉ, no vemos ningún indicio de restaurarlo para una comunión con Dios, sino para que cumpla la misión que Adán no pudo ejecutar de establecer el reino de Dios, este pensamiento se desprende de Génesis capitulo 9, donde vemos que el mandato que se le da a Noé y a sus hijos después de bendecirlos no tiene ninguna variación en comparación que el que se le dio a Adán, este mandato permanece inmutable, el establecimiento del reino de Dios. No entraremos en los detalles que descalificaron a Noé al igual que Adán por lo cual ambos fallaron en su mandato, pero sí señalaremos que Noé echa mano de dos prerrogativas exclusivas de Dios, el que el hombre ha sido conferido de la bendición y la maldición. Así de esta manera, Noé tiene la potestad para maldecir a su hijo Cam, pero también de bendecir singularmente a su hijo Sem, luego a Jafet. El resultado de la bendición de Noé sobre su hijo Sem la observamos en Génesis 12, donde Jehová Dios hace el llamamiento a ABRAM. Abram es el tercer hombre que Dios escoge para que se cumpla su voluntad de establecer su reino sobre la tierra; tampoco vemos aquí ninguna evidencia de que Dios busca al hombre para restaurarlo a una comunión con él, sino para que sea coparticipe de los planes de Dios de establecer su reino sobre la tierra, Dios repite a Abram el mismo mandato que le había dado a Adán y a Noé. La iglesia debe corregir en la predicación del Evangelio, el objetivo de acuerdo a los planes de Dios. Este comienza en Génesis 12 que a lo largo de veinticinco años que dura el discipulado de Abram se va ampliando hasta la culminación del pacto en Génesis 17; aquí cambia Dios el status de Abram, pues su raíz y su relación con el pecado heredado de Adán es cortado, ha nacido un nuevo varón, ABRAHAM Y SARA, los cuales han sido preparados para que cumplan el mandato de Dios, que ni Adán ni Noé pudieron ejecutar. Nace una nueva generación, que nos atrevemos a describirlos como Varón y Varona quienes como edificadores colocan la piedra de un nuevo edificio. Efesios 2:20 Adán y Eva si se hubieran librado de pecar hubieran trabajado en un nivel preferencial, sin embargo, Abraham y Sara tienen que hacerlo de acuerdo a las circunstancias y en medio de situaciones hostiles las cuales conforman la Historia del Hombre. Dentro de ese discipulado que duro veinticinco años, Abram aún en su calidad y atadura a Ur de los Caldeos e hijo de Adán, experimenta y toma decisiones muy propias, algunas negativas y otras aparentemente propositivas –las cuales Dios no las impide- y no son pocos los que las han categorizado como vigentes y como parámetro a seguir dentro de la Iglesia, sin hacer diferencia entre ABRAM y ABRAHAM, éste último ya como padre de la fe raíz de donde procedemos y tenemos nuestros fundamentos. Es cierto, Jesús es el autor y consumador de la fe, pero se nos pone de ejemplo a Abraham que nuestra fe tiene que ser semejante a la de él, aún estando él incircunciso –que lo fue para sellar esa fe que mostró como ABRAM- lo cual Pablo realza este hecho en Romanos 4; algunos yerros que cometió Abraham antes de que Jehová Dios formalizara su pacto con él, Dios tuvo que intervenir para solucionar las consecuencias de los actos de su discípulo, como corregir el caso de Ismael. Para muchos es casi imposible diferenciar entre los actos antes y después, tanto en el caso de Abraham como en el de Jesús –antes de edificar Su Iglesia- así como en el caso de Pablo antes y después de su conversión; la mezcolanza que se hace da pie a muchos errores que desvían al hombre del plan de Dios y dan pie al status religioso. Volvemos con Adán para que podamos ver el relieve de la significación del pecado y su efecto en la creación de Dios. Para Adán le quedo muy claro que su pecado cambio su posición totalmente en un giro completo. Cuando Dios hizo a la mujer, Adán dijo: “Esta será llamada VARONA, porque del varón fue tomada” Génesis 2:23, esta es la posición de ambos dentro del huerto de Dios antes de que pecaran, y asimismo la cuna de las generaciones que se extenderían por toda la tierra formando y estableciendo el reino de Dios. Sin embargo, después del pecado Adán está consciente de las consecuencias de su acto, de tal manera que le es revelado claramente una posición distinta de la que gozaban en el Huerto, él y su mujer: “Y llamó Adán el nombre de su mujer, EVA, por cuanto ella era madre de todos los vivientes”. Génesis 3:20 Adán vislumbra una nueva generación totalmente distinta en naturaleza, carácter y propósitos; “los vivientes”, así describe Adán a los hijos que engendrará Eva, sin naturaleza celestial, ajenos a Dios y sus propósitos, Dios se deslinda de la responsabilidad de discipularlos tal como lo hizo con Adán; vivirán bajo sus propias expensas según lo obtengan de la tierra del Edén –el Mundo- los vestigios de su experiencia con Dios permanecerán en ellos pero ahora en sus cinco sentidos, algunos con más sensibilidad que otros que trataran de caracterizarlos en sus hijos; en sí, extenderán el pecado y la maldición sobre toda la tierra sufriendo sus consecuencias. ¿Hijos de Adán, o hijos de Abraham? Comprender la posición que Dios le da a Abraham es entrar en una dimensión y perspectiva espiritual que nos proporciona las herramientas de cimentación y compactación para un crecimiento debido en relación con Dios. Es cierto que Lucas en su evangelio bajo el carácter humano de Jesús, describe su genealogía en relación con Adán, pero Mateo percibe en relación al reino, la relación de Jesús con Abraham y David. Lucas 3:23-38 y Mateo 1:1; luego Jesús empieza a revelar este mismo principio en la casa de Zaqueo, la salvación en relación con Abraham Lucas 19:9-10 Y Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham. Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido. Así también con los que hemos depositado nuestra fe en Jesucristo el Hijo de Dios, inmediatamente se nos asemeja y vincula con Abraham a quien su fe le fue contada por justicia, cortando nuestra raíz con el pecado y nuestra relación adámica como “seres vivientes”, quienes recibimos en Cristo las herramientas necesarias para incorporarnos al Cuerpo de Cristo -1 Corintios 12:13- teniendo acceso total a los dones del Espíritu, a desarrollarnos en el Fruto del Espíritu, a un discipulado sostenible y sustentable bajo la dirección de los ancianos y de los ministerios que se describen en Efesios 4:11 y en 1 Corintios 12:28. No tocaremos en esta lectura los pormenores que se desprenden de la posición de Abraham en relación con Jacob, de quien humanamente y en cuanto a la carne vienen a formar la Nación de Israel, pero si señalaremos el inicio de la bifurcación que da origen paralelamente a la Historia de La Iglesia también como Nación. 1 Crónicas 5:1-2 (más la bendición profética de Jacob sobre Judá, Génesis 49:8-10) Los hijos de Rubén primogénito de Israel (porque él era el primogénito, mas como violó el lecho de su padre, sus derechos de primogenitura fueron dados a los hijos de José, hijo de Israel, y no fue contado por primogénito; bien que Judá llegó a ser el mayor sobre sus hermanos, y el príncipe de ellos; mas el derecho de primogenitura fue de José). La primogenitura legal y su descendencia en cuanto a la carne dan nacimiento a Israel como Nación, sin embargo, la posición de Judá como príncipe es una primogenitura espiritual que Dios separa dando lugar a la genealogía fuera de Adán de donde procede Jesucristo. Mateo 1:1-17 quien instituye La Iglesia. Considerando la grandeza de Israel con la Iglesia, ésta no es inferior ni un CULTO, ni una reducción del pensamiento de Dios, ni una versión de manufactura humana, sino que Dios la describe como la Nación de Dios. Aquellos consideran su grandeza en base a sus progenitores Abraham, Isaac y Jacob, su relación con Dios y la palabra revelada a través de Moisés; aunque sus experiencias con Dios fueron de una magnificencia única, ésta queda en el plano terrenal y humano. Sin embargo, la Iglesia no ha podido superar esa evaluación siendo que su base es inmensamente gloriosa y superior por la relación directa e intermediara de Jesucristo el Hijo de Dios, su naturaleza santa y espiritual; y la revelación de la Palabra que Jesucristo le da a Pablo, predicador, maestro y apóstol de los gentiles, además de la autoridad que Dios le ha concedido de la predicación del Evangelio, hecho que no le fue permitido a Israel sino aislarse del Mundo para no contaminarse, contrario a La Iglesia que debe permear al Mundo con su grandeza como Nación de Dios y no como un vulgar Culto bajo la permisión de las Leyes terrenales. El Ministerio debe volver a Dios y caminar en sus principios. Segunda Parte Romanos 15:4 Porque las cosas que antes fueron escritas, para nuestra enseñanza se escribieron; para que por la paciencia, y por la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza La experiencia que tuvo Israel para con Dios, Pablo las identifica como una sombra de lo verdadero, como una versión de lo que debe vivir la Iglesia, por eso nos dirigimos al registro de dos hechos que hacen jurisprudencia y que Dios nos muestra a través de la experiencia de Moisés con Dios. El primero. Se relaciona con el deseo de Moisés de liberar al pueblo de la esclavitud en Egipto. Moisés anhela obispado, buena obra deseaba -1 Timoteo 3:1- pero no esperó ninguna confirmación de Dios así que por sus propios méritos comenzó un Ministerio. Moisés cometió un error que le costó cuarenta años hasta que fue llamado por Dios. Señalaremos la diferencia entre ser llamado por Dios y “anhelar obispado”. Cuando de motu propio alguien –hombre o mujer- anhela servir a Dios, Pablo establece unos pocos lineamientos para evitar que se agreguen al ministerio personas NO IDÓNEAS. A diferencia cuando es llamado por Dios, Dios le respalda, guía y provee las herramientas necesarias para que desempeñe la obra comisionada. El caso de Moisés muestra las dos variantes; al igual Jacob y Eliseo nos permiten apreciar en toda su dimensión como el primero “anhela obispado” que lo mismo que Moisés tiene que sufrir las consecuencias no importa que desee hacer las obras de Dios; pero Eliseo nos revela como el llamado de Dios incluye todo un paquete de dones respaldados por Dios para cumplir la obra encomendada. Después de cuarenta años que Moisés fue llamado, se da cuenta del error que cometió al violar uno de los principios fundamentales de Dios, el reconocimiento de los ANCIANOS como autoridad delegada de Dios a quien debe de someterse. Éxodo 3:16-18 En el caso de David fue a la inversa, primero vino el llamamiento de Dios obrando siempre bajo su autoridad directa, luego su experiencia con la autoridad delegada de los Ancianos quienes finalmente lo ungieron. 2 Samuel 5:3 |
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