La Razón del Silencio de Dios
El problema no es si Dios está con nosotros, su Misericordia es Eterna y su Amor inconmensurable. Su Palabra es Verdad y no es Él el que tarda sus promesas. Sus Ministros que se resguardan tras de un llamamiento del Espíritu, son los que le han fallado (la excepción hace la regla), y han puesto a Su Pueblo en una situación crítica, vulnerable y con una cobertura espiritual muy dudosa. Esto ha alejado Su Presencia, Su Gloria, Su Espíritu, Su Santidad, Su Justicia y Su Amor de La Iglesia de Jesucristo. Los Dones del Espíritu están ausentes de Su Cuerpo; el Fruto del Espíritu no se refleja en el Testimonio de La Familia de Dios al Mundo; pues su Luz está estorbada porque no hay despabiladores que limpien las mechas de su lámpara. Su Iglesia se ha convertido en una multitud de células sin cohesión, y su Evangelio no ha llegado al Pecador con la eficacia y contundencia para que se dé el Nuevo Nacimiento que los integre por el Espíritu al Cuerpo de Cristo. Por eso, todo intento de oración, intercesión, de convocatorias y ayunos no surten el efecto debido delante del Altísimo. Es urgente que surja una sensibilidad en todo aquel que ostente el titulo de siervo o ministro y haya un arrepentimiento, tanto individual como en equipo; un arrepentimiento sincero, honesto, claro y directo ante Dios, Su Iglesia y el Mundo, esto es lo que conmovería los cielos; el que endosemos esta responsabilidad a los Creyentes es esconder los pecados que se han cometido en la búsqueda de los fines con medios no espirituales. |
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