II Parte de: ¿Es la Iglesia una Nación?
LA EVIDENCIA DE UN VERDADERO MINISTERIO DE DIOS
¿Cómo conocieron los israelitas a Dios? ¿Cuál era la evidencia visible y palpable?
Primero Dios se reveló a unos cuantos, luego éstos dieron señal visible de haber conocido y tenido una experiencia con Dios (por su justicia, temor, prudencia, sabiduría y carácter de esas personas).
Abraham, Isaac, y Jacob. Por medio de estos varones los israelitas conocieron con certeza a Dios. Luego por medio de Moisés y el Sistema de Vida que les fue dado en el Monte del Sinaí; para que tuvieran una relación para con Dios y los hombres, de acuerdo a la ley de Dios. Sin embargo, los israelitas prefirieron “conocer” a Dios pero a través de sus obras pero sin un compromiso profundo como el que tenía Moisés con Dios; sus líderes le dijeron a Moisés: “Habla tú con nosotros, y nosotros oiremos. Pero no hable Dios con nosotros porque moriremos”. Salmo 103:7
Tenemos que diferenciar lo que es “conocer a Jesús”. Hace dos mil años, muchos caminaron con él, le tocaron, lo vieron, recibieron su poder pero no “lo conocieron”; está bien darle a Jesús un reconocimiento como buen maestro, maestro bueno, de su singularidad, del más grande hombre que haya existido, darle la estatura de Juan el Bautista, de Samuel, de Elías, o alguno de los demás profetas, esto no implica ningún compromiso; pero es muy diferente reconocerlo como Jesús el Cristo el Hijo de Dios, porque esto le da al Hombre un giro de 360º.
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Abraham, Isaac y Jacob dieron evidencia de haber conocido a Dios y bajo esa condición ejecutaron obras que se convirtieron en monumentos de fe como ejemplos a seguir por los Creyentes.
Jesús dio evidencia de haber conocido a Dios por tanto podía dar a conocer a Dios, decían de él: “Este habla como quien tiene autoridad”.
Los discípulos que seguían a Jesús fueron identificados por la gente relacionándolos con Jesús porque daban testimonio, muestras claras de haber caminado con él, dado que tenían características de haberlo conocido, de haber tenido un vínculo con Jesús; por lo tanto, también podían darlo a conocer (siendo esta la misma esencia del Evangelio).
Pablo dio evidencia clara y contundente delante de los apóstoles de su vínculo, de haber estado y conocido a Jesús, por tanto le extendieron la mano en señal de reconocimiento.
Asimismo, los discípulos de Pablo dieron evidencia de haber conocido a Dios a través del vínculo con Pablo. A diferencia de los israelitas, éstos sí hicieron pacto y un compromiso con Dios. Pablo y su Equipo fueron los precursores del Evangelio, la cuna del Evangelio para el Mundo gentil, y su predicación no era el simple conocimiento de Las Escrituras, sino que estaba caracterizada por el conocimiento de Dios y la evidencia de su vínculo a través de Jesús.
El hombre bajo pecado todavía tiene rasgos de grandeza como creación de Dios, y puede ser tan grande como él quiera; asimismo puede realizar actos que traspasen la línea humana, que estos se convierten en actos de FE que agraden a Dios.
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Algunos quisieron justificar su servicio delante de Jesús diciendo: “Hicimos milagros en tu Nombre”. Jesús les dijo: “No os conozco”. Lo mejor de un siervo es alegrarse de que su nombre esté escrito en los cielos y no esforzarse por simular los milagros y otras suertes en su ministerio; este modo de conducirse desenmascara las intenciones del Ministro y da muestras claras de preferir la gloria de los hombres.
Su Aplicación Tomando este principio diremos que si al Liderazgo profesante de nuestros días lo colocáramos en esta plantilla, no daría la medida. La mayoría justifica su Ministerio y llamamiento por haber sido “llamado por Dios al pastorado”; por haber recibido una visión; por tener “una revelación”, que sólo es una percepción diferente a la de los demás. Es muy difícil de comprobar cualquiera de estas justificantes.
Entonces tenemos que remitirnos a la evidencia de si el Ministerio conoce a Dios, de si ha tenido un vínculo con Jesús.
Spurgeon aplicaba a los obreros de su tiempo, la prueba de cuántas personas se convertían con la predicación de un ministro, pero esta prueba nos daría un resultado erróneo para verificar el llamamiento verdadero de un siervo. La única comprobación nos la daría la evidencia de si el ministro conoce a Dios, porque una cosa es la conversión y otra el resultado de esa conversión.
¿CÓMO? Quizá para Dios es suficiente que una persona crea con el corazón y con la boca se confiese para salvación; pero tomando como base el principio a que Jesús sujetó a sus apóstoles al darles el mandato de la predicación del Evangelio en Mateo 28:18-20, se desprenden dos conceptos de este Mandato que se le ha llamado La Gran Comisión: El discipulado, esto es que el ministro necesariamente debe crear un vínculo muy estrecho con el nuevo Creyente para poder trasmitirle no solo la doctrina de Cristo, sino también el conocimiento de Dios, es decir la formación del carácter y el desarrollo espiritual de la persona; y no solo un Sistema Novedoso de Multiplicación.
Así que si hablamos con Josué, sabremos que estuvo con Moisés en un vínculo muy estrecho; si hablamos con Eliseo, sabremos que estuvo con Elías; si hablamos con Timoteo o Tito, sabremos que estuvieron con Pablo; si hablamos con Pablo sabremos que estuvo con Jesús; si hablamos con Jesús, sabremos que estuvo con su Padre. El Señor mismo estableció esta plantilla del vínculo, primero con su Padre, luego con los discípulos; el mandato de Mateo 28 no hay otra manera de cumplirlo, sino a través de el vínculo que evidencia el conocer a Dios, no simplemente los cuatro pasos para evangelizar.
Así también si hablamos con un miembro de cualquier iglesia o culto, lo único que sabremos es que pertenece a una iglesia ya sea, bautista, metodista, presbiteriana, Pentecostés o Sabatista, o que está en la práctica de un intento por restablecer la Iglesia, Etc.
Si nos esforzamos un poquito, quizá alguno nos daría indicativo de que ha estado con su pastor, o que ha estado leyendo a Watchman Knee.
Pero eso no nos da evidencia de que estos creyentes conozcan a Dios. Conocen un culto, una doctrina, una tendencia Carismática, un pastor o un ministro de televisión; quizá hasta conozcan una Biblia o un libro de Watchman Nee. Pero esto no significa por una parte, que hayan recibido un discipulado, ni que hayan tenido un vínculo con alguien que conozca a Dios.
Este análisis no intenta poner al creyente en la Balanza, ni al Liderazgo de la Iglesia de Jesucristo; sino encontrar el camino de regreso al reino de Dios. Claro que esto implica ajustes, cambios de actitud, de conceptos, descartar los clisés y un sinnúmero de movimientos al interior y hacia fuera de la Iglesia; lo mismo reconocer los errores cometidos.
Bien, la solución sería obedecer el Mandato de Jesús de Mateo 28, pero no se trata de simplemente de crear un vínculo y desarrollar en el Creyente una clonación de “lo que somos nosotros”, sino de que el Creyente conozca a Jesús, a través de alguien que conozca a Jesús. Dios ha prometido que su Palabra no volverá vacía, así que la recomendación de Orhac es la aplicación fiel de los Diez Derechos Espirituales del Creyente.
Queremos ver los testimonios de los Creyentes que profesan la fe de Jesucristo, bajo Ministerios que obran bajo Efesios 4:11