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Sí, por una parte le dan un sobre énfasis a la divinidad de Cristo pero eso no ha cambiado la esencia de La Iglesia; en otros casos el énfasis y preocupación es la multiplicación de los creyentes, y el dominio regional o Continental; a diferencia del sentido misionero que buscaba la conversión de los infieles sin importar la multiplicación en sí. La generalidad del Ministerio siempre ha buscado dentro de las herramientas de La Iglesia, utilizar alguna variante o clave que le dé un avance al Evangelio como la oración, la alabanza, el discipulado, el hablar en lenguas, la autoridad, los ancianos, la comunidad o iglesia local y “la centralidad de Cristo”; agregando algunas herejías, entre otras. Los Creyentes y La Religión han gastado mucho dinero en libros de avivamiento, pero todo sigue igual. En estos últimos tiempos ha nacido el estilo personalista al estilo profeta, utilizando el recurso de la visión, sueño o iluminación para respaldar un nuevo formato religioso, en la mayoría de los casos es las ganas de sobresalir en un ministerio personal y en relación para con los demás, que finalmente estos ministerios terminan adoptando el nombre de apóstol. Muy lejos del concepto de Dios.
Por otra parte, si el Ministerio de La Iglesia quisiera dedicar tiempo, esfuerzo y recursos a la enseñanza, nos preguntaríamos hacía que rumbo iría enfocada, porque por lo general todo culto se caracteriza por la predicación, y los pocos que lo hacen procuran sellar a los creyentes con la marca de la casa. ¿Qué es lo que diferencia a la Iglesia como organismo o institución? Tenemos una referencia en Israel. Recordemos que este pueblo es tomado como una sombra o figura de la Iglesia, que al encontrarse y reconocer a Jesús como el Mesías este pueblo hubiera culminado como el Pueblo de Dios. Israel es formado de la descendencia de Abraham, Isaac y Jacob y apartado de todas las naciones como pertenencia de Dios y con un sistema de vida único. A diferencia de las demás naciones, Israel tiene principios y valores dados por Dios a través de Moisés.
La Iglesia no sabe vivir fuera de “las cuatro paredes de un culto” porque el Liderazgo no la ha enseñado a diferenciar la ubicación privilegiada de hijo de Dios en su calidad de CIUDADANO de los cielos, contra un ciudadano del Mundo de las Tinieblas. Precisamente para eso Jesús eligió a Pablo a diferencia de Pedro, para capitalizar su estatus de dos ciudadanías que tenía; su conocimiento profundo de su Nación Israel y el conocimiento del Mundo en su condición de gentil. Pero Pablo no fue escogido para que enseñara a los hijos de Dios el Sistema judaico, ni cómo caminar como gentil; (porque éstos esquemas aunque tengan alto grado de sublimidad no dejan de estar implantados en el Hombre bajo pecado); sino a que salieran de esos dos órdenes de Justicia y conocieran el Sistema del Orden de Dios: La Justicia de Cristo, y cómo caminar como un CRISTIANO. No podemos sujetar la felicidad del Hombre Cristiano a los eventos señalados en el Calendario. ¡No podemos caminar con el Mundo! El único contacto que el reino de Dios nos compromete con el Mundo es en primera instancia, (la que Cristo se comprometió con el Mundo en estos términos); la conversión de los pecadores, la redención del hombre y su traslado del Mundo de Tinieblas al reino de Dios. (La Iglesia está muy lejos de ser una Agencia de Viajes promocionando viajes al “cielo”.) Dos, el Testimonio que como hijos de Dios y como ciudadanos de su reino debemos de mostrar al Mundo, una vida de santidad y obediencia al esquema * de Autoridad espiritual establecido en Las Escrituras en contraste con un Mundo de corrupción y decadencia degenerativa. Tres, mostrar en una forma efectiva como Institución y como individuos el amor de Dios para con los pobres, los huérfanos, las viudas, los desamparados, los enfermos y los presos. Esta es la única forma en que la Iglesia puede “caminar con el Mundo”, cualquier otra manera de caminar con el Mundo sería señal de que el Ministerio profesante no está siendo fiel representativo como siervo de Cristo, Cabeza de la Iglesia. Si bien es cierto que La Iglesia comparte el mismo Mundo con el Hombre bajo pecado, la Iglesia difiere en mucho, de acuerdo y en la base de los principios y valores espirituales del reino de Dios.
Estos vestigios, sí son cualidades extraordinarias que el Hombre conservó a pesar del pecado; el Hombre no ha dejado de ser creación de Dios, pero mientras no tenga el Espíritu de Dios, seguirán siendo solo una buena versión del Fruto del Espíritu registradas en Gálatas 5:22-23 El Hombre seguirá siendo calificado como un buen ser humano, solidario, dado a la hermandad, altruismo y filantropía; claro, los actos del Hombre siempre serán reconocidos que tienen alto grado de Humanismo; los cuales, la Humanidad ha creado su propio Sistema de Recompensas o Premiación. El problema de fondo es que los creyentes en su mayoría no se distinguen significativamente del Hombre bajo pecado, esto nos conduce a analizar, no al Creyente en sí mismo sino el trabajo que han estado realizando los Ministros que se ostentan como siervos de Cristo. No como una crítica burda o para descalificar ministerios deshonestos, sino buscando soluciones bajo el concepto de Tito 1:5 Algunos han desviado la atención (o han querido llamar la atención) a la forma en que se conducen los propios creyentes unos para con los otros en un sistema de hermandad, (por lo que hacen, y no por lo que son en Cristo) justificando así ser la verdadera Iglesia de Cristo, a diferencia de los demás cultos; pero sin impresionar ni llegar a ser la alternativa que la misma Iglesia necesita, porque no tienen los elementos de fondo para corregir todas las deficiencias en el Ministerio, y en la propia Iglesia. |
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